“ROCK DURO, POTENTE Y… ALTERNATIVO”
El 31 de mayo se produjo en Madrid uno de los acontecimientos musicales del año, la celebración del mundialmente famoso festival “Sonisphere”, plagado de grandes figuras internacionales de la talla de Anthrax, Megadeth, Iron Maiden… Nosotros, que somos una página humilde, repudiamos semejante despliegue de fatuidad, en donde los intereses relacionados con el vil metal priman sobre el metal, y no es que no nos gusten los grupos (aunque la mayoría de los del cartel vivan de las rentas más que de otra cosa, todo hay que decirlo), pero somos demasiado sibaritas como para sentirnos a gusto entre una multitud cuya mayor parte sólo va a este tipo de eventos inflados (publicitariamente y de precio) hipnotizados por los grandes nombres, y luego no pisan un concierto el resto del año, entre otras cosas porque a causa de su falta de criterio son incapaces de indagar sobre lo que ofrece la escena. Así que en vez de juntarnos con semejante chusma (¡chusma, chusma!), preferimos ir a un evento alternativo que supuraba autenticidad por los cuatro costados: La mítica banda Banzai desafiaba a los titanes organizando un concierto justo el día antes del festival, en jueves, día laborable, y sin presentar material nuevo ni ningún otro aliciente aparte de su mera presencia. No hay duda que los que pasaran por allí estarían exentos de toda sospecha de ilegitimidad…
Aquí antes iba una crítica, un tanto corrosiva, cierto es, al grupo que ejerció de telonero en este concierto. En realidad la crítica no iba tan dirigida a los teloneros como a la mentalidad gregaria muchas veces imperante en el mundo del rock y el heavy metal. Demostrando que tenía razón en mi invectiva, hoy, la corrección política, la gazmoñería y la intimidación mediante amenazas de denuncia han ganado la mano. Se entendería en cierta manera si estuviésemos hablando de un medio realmente notable de cierto alcance y responsabilidad social difamando a algún grupo en verdad famoso, pero la iniquidad se magnifica al constatar la insignificancia de los involucrados. Una trifulca de patio de colegio por una bolsa de chetos tiene más dignidad que este nimio y ridículo capítulo de la historia de la infamia.
Lo que me hace pensar una cosa, siempre había creído que los periodistas de rock no eran muy buenos escritores. Normalmente una crónica de rock se parece más a la relación de un perito que a una auténtica pieza de periodismo (no digamos ya, de literatura). Frank Zappa lo expresó magistralmente: “El periodismo en el rock es gente que no sabe escribir entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer”. Pero hoy me he dado cuenta de que el periodismo del rock está muy seguramente repleto de modernos Virgilios y Petrarcas, y que este Parnaso no se manifiesta flagrante ante nuestros ojos debido a la cantidad de cortapisas a las que Frank Zappa no sabía que los periodistas se ven sometidos. Porque si en este sencillo y humilde medio, a la primera que hemos osado dar una opinión negativa sobre un grupo de tres al cuarto, por muy subjetivas que fueran nuestras razones o descarada nuestra pluma, casi nos llevan a los juzgados, no queremos ni saber a qué tipo de presiones se deben medir nuestros compañeros de afición (no profesión, ¡¿hay alguien que cobre por esto?!) en medios mucho más grandes y frente a contrincantes mucho más formidables.
Y eso que el hecho de ser rockero a priori permite cierta informalidad y desenfado a la hora de expresarse, que no tendríamos que ir midiendo cada palabra como si fuésemos políticos. Porque cierto es que la crónica contenía insultos, pero cualquier lector con dos dedos de frente se hubiera percatado de que se trataban de hipérboles, figuras retóricas, y aunque fueran insultos sinceros, ¿es que ahora vamos a ir persiguiendo cada texto que contengan ofensas y difamaciones (y me refiero a las sinceras y biliosas, no a las que contenía esta crónica)? Me temo que en ese caso la antología rockera se iba a ver severamente sesgada, no digamos la rapera. Hasta la alta cultura se vería afectada, a tomar por saco los poemas satíricos de Catulo o Quevedo. No sé si se dan cuenta de las implicaciones retrógradas y totalitarias que esta actitud conlleva, atributos normalmente enfrentados con el rock.
En fin, a partir de ahora esta página va a ser mucho más gris (y mira que ya es negra). Se acabó el criterio personal, y no digamos el sentido del humor. Creo que voy a redactar un formulario tipo y que cada uno lo vaya rellenando cada vez que vaya a un concierto: “El grupo …….…… descargó en ……… Primero tocaron …………… empalmada con …..……… Hubo unos problemillas de sonido que se solventaron a lo largo del concierto. Luego tocaron ……….... El vocalista ……………….. la cantó muy bien, aunque a veces se fue en los agudos. Luego tocaron …………….., ………………..., ……….……..…, mientras el guitarrista ………….… animaba al público, que respondía con entusiasmo. …………….. corría de un lado a otro del escenario, demostrando que todavía queda ……………… para rato. Luego tocaron ……..……., del último disco, que a mí me parece que desentona un poco con la carrera de la banda y con el resto del repertorio del concierto, pero que cada uno saque sus propias conclusiones. Luego tocaron una fantástica versión de ………………, ……………. y la balada …………… , el momento más emotivo de la noche. Después de tocar la rápida …………..….., donde ………….….. demostró su dominio del doble bombo, terminaron con el clásico ……..…….. Volvieron en los bises con ……….……. , donde salió a tocar con ellos ……………. del grupo ……….……. Y tras presentar al grupo, acabaron con ………...………… Buen concierto de esta banda a la que deseamos lo mejor, esperemos que el tiempo les ponga en el lugar que merecen. Todo el mundo se lo pasó guay y todo fue superchachi piruli”.
Corramos un estúpido velo y centrémonos en lo que hemos venido a disfrutar. Fíjense que Banzai podrían haber aprovechado el tirón del Sonisphere y haber celebrado el concierto el sábado, pero se ve que necesitaban blanquear dinero o algo, porque si no no se explica que celebrasen el concierto el jueves. Si esa era su intención, les salió el tiro por la culata, ya que la sala estaba sorprendentemente llena. Tal vez fuera precisamente la crisis la que persuadió a la gente de ir a ver a Banzai en vez de al Sonisphere. Si ese fue el caso de alguien, ¡bien por él! ¡Hundamos los festivales!
Banzai estuvieron soberbios. Tanto que la mayor crítica que se le puede hacer al concierto es que estaba diseñado para un superestadio, no para una sala como la Live, a pesar de que les quedó precioso, con un telón de LEDs de fondo que ocasionalmente escribían el nombre de la banda. Seguro que les quedó mejor que el de Tierra Santa en el Sonisphere (¿merece una banda como Tierra Santa tocar en el festival antes que una banda como Banzai? ¿Les llamarían pero rechazarían la proposición?).
Y nada, cuando una banda descarga lo que se espera de ellos (hacernos pasar un buen rato, nada más), poco más hay que decir. Empezaron a toda marcha con “Crimen sin castigo”, siguiendo con “Traición”, “No pierdas el tren” y “Coche rápido en la noche”. ¡Vaya despegue! Desde el principio se notaron las tablas y el entusiasmo del grupo, Salvador Domínguez acompañaba a sus extraordinarios solos con no menos extraordinarios caretos, probablemente era el que mejor se lo estaba pasando en toda la sala. Por la voz de Manzano no pasan los años. Y el resto de la banda, pues excelente también. Tras esta cadena de trallazos Manzano introdujo el tema “Funciona legal” dedicándosela a Bárcenas, Blesa, Urdangarín, etc… ¡Jajaja! ¿Será por eso que esa gente se dedica al desfalco, porque no ha llegado hasta sus oídos la moralina de los grupos de rock duro de los 80? Hasta que no se pruebe lo contrario… ¿Y por qué estas letras sonaban tan bien en estos grupos y quedarían (quedan) ridículas en grupos contemporáneos? Si hay algún estudiante de sociología al que le gusten los retos y no se le ocurra nada para su tesina, yo le propongo este tema.
Hablando de letras carismáticas, tras un potente solo de batería de David Biosca (que, insisto hubiera quedado mejor en un estadio), llegó “Rock Duro”, probablemente una de las líricas más fascinantes y representativas del rock español de los 80. Versos como “En el billar hay nervios, broncas y trapicheos/Hay chutas en el tigre, el dueño se mosquea” son de un valor artístico e histórico incalculable. Además esta canción tiene el valor añadido de ser una de las pocas dentro del rock duro de estar dirigido a una chica, sin por ello desprenderse de los efluvios machistas típicos de la época.
Poco a poco, llegando al meridiano del concierto empezaron a sonar temas más lentos, proceso que culminó cuando Fredy Fresquet cambió la guitarra por los teclados para ejecutar “No te enganches”, y ya se quedó con los mismos para el resto del concierto. También repasaron la etapa de Salvador con Miguel Ríos con “Reina de la noche”, y eventualmente llegó el arrasador final del concierto con “Voy a tu ciudad” y los bises (que por cierto, la gente pidió con tan pocas ganas que yo si hubiera sido ellos ni hubiera salido), “Duro y Potente” (¿en qué mes de 1984 salió el susodicho disco? ¿Pretendían pasarla por canción del verano, con ese título?) Y “Banzai”, que fue una auténtica fiesta, con toda la basca cantando eufórica, redimiéndose por haber pedido los bises con tan poco entusiasmo, y con la banda prometiendo… ¡un próximo lanzamiento!
Setlist:
Texto:   Daniel Gimeno
Fotos:
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