“EL RUIDO Y LA FURIA”
6 de abril de 2013. Sala Excalibur-Mamá Pachanga.Farland + Enforcer ¿Se puede concebir un cartel más heavy? No, no se puede (intentadlo vosotros si tenéis cojones). Allí nos plantamos para presenciar la ceremonia.
Antes de empezar con la crónica vamos a ponernos serios. Por alguna razón, la asociación que ha hecho el esfuerzo, que se agradece, y mucho, de montar este pedazo de concierto, esta asociación, ha decidido no conceder acreditaciones a ningún medio. No sé si esto ha sido así siempre o si han tenido problemas en el pasado con alguien y ahora pagamos justos por pecadores. Tal vez piensen que los periodistas no merecen entrar gratis cuando a ellos les cuesta mucho dinero, tiempo y trabajo montar las verbenas (asumo que lo hacen por afición y no ganan un duro). Tal vez piensen directamente que somos unos espabilaos. Yo no sé qué piensan, pero ir a escribir una crónica de un concierto no es lo mismo que ir a disfrutar de un concierto. Hay que ir con una cierta actitud y con un equipo a cuestas, al menos bolígrafo, papel y cámara de fotos. Hay que estar atento a circunstancias que de otra manera descuidaríamos. Y sobre todo, no estamos votando, chillando, pegándonos y/o mamándonos como haríamos si no estuviéramos (no me gusta usar este verbo por las connotaciones que tiene y porque me parece algo pretencioso, pero no se me ocurre otro) trabajando. Normalmente se deja pasar gratis a los periodistas para que al publicar la crónica no sólo se haga publicidad de la organización y el evento sino que también quede un registro histórico del mismo. Una asociación que trabaja con músicos y que en su mismo seno acoge a músicos debería entender esto, ya que los músicos son los primeros en quejarse, con razón, de que no se les toma en serio y de que la gente pretende que toquen gratis. Alguno se escudará que no tenemos que hacer la crónica si no queremos y si tenemos tantas ganas de escribir no nos importará pagar. Esa es la misma actitud de quien se excusa de no pagar a los músicos objetando que son libres de no tocar. Se da el caso de que escribir es una vocación, y a nosotros nos gusta (no pienso escribir “amamos”, y menos después de haber escrito antes “trabajando”) escribir tanto como a otro le puede gustar tocar la guitarra o a otro mirar por el microscopio. No creo que en ningún laboratorio nadie pretenda que alguien estudie los protozoos, por ejemplo, gratis, y menos utilizando un argumento mezquino y peregrino como que puede dejar de estudiar los protozoos cuando quiera. En resumen, tras la sanidad y la educación, los recortes llegan a las acreditaciones. Pero por fortuna, no tenemos enfrente a una organización malvada como el PP, Cobra o la OCP, sino a un grupo de gente simpática y desinteresada que seguro que entra en razón para ulteriores ocasiones. Que así se escriba y ojalá así se cumpla.
Bueno, tras esta pataleta, vamos ya con el concierto, que, sin que sirva de precedente, comentaré pese a no haber sido invitado. Y es que, a pesar de todo, no me perdonaría no escribir, aunque sea un poco, sobre este evento, este concierto, este concierto de heavy metal, puro, sin cortar, probablemente el más heavy al que haya ido nunca, tan heavy que me hace preguntarme si había estado en un concierto de heavy metal antes, heavy entendido como rito salvaje en el que se subliman los instintos más primarios por las vías también más primarias, más directas, entiéndase; solos y chillidos, rayanos en la locura, sin ningún tipo de pretensiones, ritmo fulminante, distorsión extrema, sin prisioneros, melenas, cuero, tachas, negro, cero retórica, etc…
Sólo con ver las fotos de Farland, sin ni siquiera oírlos, ya se puede entender de qué estoy hablando. ¿Brazaletes de pinchos con medias radiales atravesadas? Comprobado. ¿Guitarras de flecha con decoración de tribales y una especie de escorpión en el clavijero? Comprobado. ¿Cinchos con tachas y llamas? Comprobado. ¿Gafas de sol en el interior de la sala y a lo largo de todo el concierto? Comprobado. Y lo de Davil es acojonante, cada vez canta mejor, chilla más alto y con más furia. No sabía nada de José María Heres aparte de que había formado parte de una banda llamada Omenomejodas, pero ya le estaba adorando a los tres minutos de verle tocar, joder, que presencia, que carisma, Keith Richards a su lado parecería un boy scout. Sergio Riaño desentonaba un poco con el resto de la banda, no sólo por su juventud, también por su atuendo, más de “sport”, pero no en lo que a manera de tocar respecta (sus solos y sus riffs son de veterano), ni a su actitud (tal vez deberíamos hablar más bien de “attitude”, tal como la entienden los negratas del Bronx). En definitiva, lograba destacar, y eso es difícil al lado de dos animales de escenario como Davil y Heres. Juan Pascual y Juanjo Gil destacaban menos (pero sólo porque Juanjo estaba tras la batería y Juan porque llevaba gafas normales en vez de gafas de sol) pero en el desempeño de sus respectivos instrumentos no iban a zaga ni mucho menos. Ofrecieron un repertorio compuesto de canciones propias y versiones de grupos de trash más o menos clásicos, incluyendo “Ódiame” de Crienium, a los que no añado el adjetivo “añorados” tras gozar con lo que ofrece Farland. Al ser una canción en español desentonaba un poco con el resto del repertorio, en inglés. Quizá deberían plantearse cantar en español, si la excusa es marcar las distancias con Crienium, la gente se olvidará de ellos en cuanto vean a Farland en directo, quizá cantando en español logren conectar mejor con el público. Porque hay que ponerle una pega al concierto, pero no a la banda, sino al público. No me cabe en la cabeza cómo la gente puede quedar impasible ante semejante chaparrón de metal. Deberían haberse desatado las pasiones más bajas, debería haberse producido una orgía, debería haber habido muertos, debería haber llegado la policía y les deberían haber matado también. En lugar de eso, la gente permaneció estática durante todo el concierto, ni siquiera les importó que Davil les afeara la conducta. En fin, peor para ellos. Ante semejante entusiasmo ni siquiera amagaron un bis.
Setlist:
El público fue más clemente con la banda “principal”. En cuanto escuché a este grupo lo vi claro, estamos ante la mejor banda de heavy metal desde… ¿Iron Maiden con Dennis Stratton? Han devuelto al heavy a la senda de la que nunca debería haberse separado, cuando el entusiasmo y el descaro insuflado por el punk empezó a diluirse (y no sólo pasó con el heavy metal, también con el post-punk) en favor de estéticas pretenciosas y absurdas encarnadas en grupos como Helloween o Blind Guardian y su música de los enanitos (ni siquiera deberían haber seguido llamándolos heavy, los deberían haber llamado “post-heavy” o algo así). Del grunge y el rock “independiente” mejor ni hablamos. ¿Estamos ante un grupo revival de la New Wave of British Heavy Metal (aprovechando que hablamos de grupos revival, vaya mierda de grupo The Darkness)? No, si fuera así no nos gustarían. Por un lado, la New Wave of British Heavy Metal no fue un estilo, sino una manera de denominar un pico de creatividad, y como respondió la banda en una entrevista (según la wikipedia), la música que hacen no es vieja escuela, sino atemporal. Por eso no saben a rancio (como The Darkness), si acaso a viejo como los melones de Villaconejos.
Y por otra parte, ya era hora que saliera de Escandinavia un grupo más notorio por su música que por sus gilipolleces, que a Turbonegro parece que les ha dictado su código de conducta la MTV (Y pa qué hablar de los blackmetaleros esos que están en chirona por matarse entre ellos y quemar iglesias). Y además son heavies sin complejos (en los estandartes con los que decoraron el escenario lo ponía claramente, HEAVY METAL, con caracteres góticos), no como otros que queriendo agradar a todo el mundo van de garajeros con melenas y sólo consiguen alienar a los heavies y que los punkis se rían de ellos. Me refiero, claro, a los Hellacopters (“Gilicopters”, como dice Mugretone de los Webeloss). En resumen, quería comprobar si en directo Enforcer haría pervivir las impresiones que he tenido escuchando sus discos. Y la respuesta es… ¡vaya que sí!
No hay mucho que contar, la verdad. Vinieron, vieron, lo partieron, vencieron y arrasaron. Se retuercen, gritan, saltan, ponen muesas de desprecio, tocan riffs extraterrenos… Todas las canciones fueron tocadas con pasión y odio, es difícil destacar algún momento, pero “Katana” es la canción que sonaba cuando Baco se presentaba ante los mortales borracho y rodeado de vegetación, tigres y panteras. ¿Algo malo del concierto? Que no fue en un estadio y que aún conservamos el sentido del oído. Bueno, y que la verdad tocaron muy pocas canciones y no hicieron bises. Uno de los organizadores nos animó a pedir uno con todas nuestras fuerzas pero fue en vano, decían que estaban muy cansados (desde luego por tarde no fue, el concierto empezó antes de las nueve y acabó a las once y media, malditos europeos), lo que soliviantó al organizador y a gran parte del público. La verdad es que eso de hacer bises es algo un poco rancio, ¿no? En fin, fue breve pero intenso.
¡Y eso fue todo! A Farland les volveremos a ver pronto, y a Enforcer, esperamos que también.
Enforcer son:
Olof Wikstrand (Voz y guitarra)
Jonas Wikstrand (Batería)
Joseph Tholl (Guitarra)
Tobias Lindqvist (Bajo)
Setlist:
 
 
* RECUERDA Para ver las fotos en grande sólo hay que pulsar sobre cualkiera de ellas
Texto y fotos:   Daniel Gimeno
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